Capitulo l: La cacería
"Esta es la noche" Pensó desafiante Eloise.
Eran aproximadamente las 10 en punto en París. La luna pálida y las luces de las farolas contrastaban con el cielo azul marino. Había dejado de llover, pero las calles seguían mojadas y húmedas, y todavía se desprendía aquel olor a tierra mojada que solo aparecía en los días de lluvia. De repente, una gélida ráfaga de viento penetro en su piel haciéndole sentir un escalofrío por todo el cuerpo, pesar de que llevaba una falda larga marrón y un abrigo del mismo color que la protegía del frió. Tal vez fuera también por la humedad.
Ya era la hora de partir, y de emprender su viaje, pero no estaba preparada, no todavía.
Necesitaba beber sangre, hacia casi cuatro días que no se alimentaba y empezaba a notar ya los efectos: menor sensibilidad, indiferencia, los ojos se le empezaban a achicar y su iris empezaba a pasar de marrón claro a un tono ligeramente mas cobrizo, igual que sus cabellos, por la ausencia de sangre. También su piel comenzaba a ser un poquito mas pálida y sus labios mas amoratados por la misma razón. Tenia la boca seca y empezó a notar como sus colmillos se empezaban a alargar. Al darse cuenta, envió una orden mental y chasqueo los dedos haciendo que sus colmillos volvieran a su estado original. Noto asqueada, que tenia la boca igual que un trapo...
Basta, era hora de comer.
"Bueno...Antes necesito echar un par de polvos..." Pensó.
¡¿Que...!?¡Necesitaba alimentarse!
Después de una hora exacta estaba dentro de una abarrotada y moderna discoteca. Había infinidad de licores, mogollón de luces de colores dándole movimiento a la discoteca, y la marchosa música house estaba tan subida que era imposible hablar con el de al lado sin pegar gritos de verdulera. Gran parte de la multitud estaba en el medio de la sala bailando (mas bien restregandose) y pillándose una borrachera de miedo. Algunos otros estaban el la barra charlando a gritos.Otros estaban enrollándose con una o mas gente.Y la otra parte a saber lo que estarían haciendo...Aunque tampoco importaba mucho.
Eloise era esa parte de gente que estaba sentada en la barra, pero al contrario de intentar mantener una conversación con alguien, estaba sola fingiendo que tomaba un vaso de malibu con piña (Los vampiros no pueden ingerir ningún liquido ni alimento que no sea sangre) mientras buscaba con la mirada una presa.
Lucia un vestido de noche corto y provocativo, sin tirantes, color azul oscuro, dejando adivinar una figura bastante mona. Llevaba unos altísimos zapatos de tacón negros y un sencillo collar de plata con un corazón que hacia juego con sus pendientes. Estos llamaban mucho la atención al ser muy largos y llenos de virutas de corazoncitos. Llevaba su pelo recogido en una coleta de caballo bien peinada, salvo algunos rizos, que se le escapaban (hecho aposta, por supuesto. ¿Acaso os creéis que es tan sumamente fácil tener un peinado elegante pero desenfadado a la vez?). Todo su atuendo lo tenia protegido con un bonito abrigo negro y tan largo que casi llegaba a los tobillos.
La verdad es que estaba muy guapa.
"Vamos Eloise...Crees que estando quieta vas a conseguir una víctima?"- se regañaba a si misma - "Si quieres comer,si quieres chupar sangre,sera mejor que te pongas en movimiento pero ya".
A lo lejos vio que un hombre de unos veinti tantos años. La estaba observando en medio de la pista de baile. Era alto y moreno, resaltaban en el unos preciosos ojos verdes. Estaba buenisimo, para opinión de Eloise, y tenia una sonrisa socarrona, justo lo que a ella le gustaba. El chico, al descubrir que la atractiva pelirroja de allí al fondo le había pillado observandola, le guiño un ojo en señal de invitación a bailar, y ella le respondió con una mirada coqueta y una sonrisa insinuante. La verdad es que no le era fácil fingir que se moría de ganas de bailar y después largarse a un hotel a tirarselo como probablemente estaría imaginandose el, pero era una buena actriz. Casi todos los vampiros eran bueno actores y actrices, incluso demasiado. Aparte, una presa era una presa. Así que el chico se trago todo el cuento y con un gesto de la mano le invito a la pista de baile. Ella accedió y se levanto del asiento para ir hacia su dirección. Iba sin prisas pero sin pausas. Lenta pero segura. El chico ya tenia el rostro lleno de lujuria cuando ella llego al fin y se pusieron a bailar el uno frente al otro, apegados y juguetones. No se dijeron ni una palabra, ni siquiera se saludaron. Pero no hacia falta las palabras, los dos sabían muy bien a lo que iban y siguieron disfrutando del baile (bueno, ella fingía que disfrutaba) sin ningún "inconveniente".
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